Buenas a todos y Feliz 2025.
Llega la primera entrada de este año como resultado de nuestra jornada del Campeonato de tripletas 2024-2025 jugada este pasado fin de semana en Torrevieja.
Para encuadrar bien el resumen, debemos hablar primero de una triste recaída. Todos sabemos lo duro que es salir de las adicciones y lo peligrosos que son esos primeros años tras haberse rehabilitado, donde no pocos vuelven a sucumbir.
Tal es el caso de nuestro compañero José Luis, que tras unos años rehabilitándose en un centro de desintoxicación de buen rollo y diversión, al parecer de propiedad argentina, tras aguantar arduas jornadas con compañeros a los que les bajaba el pantalón de la pantorrilla sin problema, que no se les caían los caramelos de la boca en lo recién fregao, no les salía hilillos verdes de la boca mientras esperaban su turno o compañeros que no entienden como algo normal que celebres un pleno con amigos imaginarios, típicas cosas que en Pin Ocho están a la orden del día, una proposición con mala fé de los miembros del club para que jugara el campeonato nacional de tripletas con nosotros, fue suficiente para hacer saltar por los aires todo el camino recorrido.
Como gestión previa al comienzo del torneo, alquilamos por 2 noches un apartamento en dicha ciudad, donde conviviríamos en paz y armonía los 4 hasta nuestra vuelta a Madrid.
Llegamos allí el viernes por la tarde, con el tiempo suficiente como para sacar las maletas y buscar un sitio para cenar.
El dueño del apartamento nos recomendó un gallego en la zona donde se comía muy bien. De no ser porque el dueño era gallego, nos habría dado que pensar que un lugareño nos mandara a un gallego a cenar en vez de uno típico de allí.
El resultado era de esperar, el pulpo y las anchoas pescados en los márgenes de las salinas de Torrevieja no saben igual que los del Cantábrico, con lo cual, al final lo mejor de todo fue el cuenquito de alioli que nos pusieron y que si llegamos a ir al baño antes, Enrique nos deja el aroma en el ambiente y poco más.
A nuestra vuelta al área residencial tranquila en la que dormiríamos, cual es nuestra sorpresa, que en la calle había lo que parecía una masiva manifestación pro al respeto a otras culturas o razas pero que en realidad se trataba de una bonita fiesta de cumpleaños en plena calle, con 16 coches en fila india tapiando cualquier acceso rodado a la calle, que hacían las veces de mesas en las que se disponían raciones y bebidas variadas.
Creímos haber visto la reencarnación de Antonio Flores en 100 de los 2000 asistentes a la fiesta, otros eran más similares a Farruquito y el resto, a familiares de ambos.
El mero hecho de encontrar los coches a la llegada a nuestra casa ya era un presagio de que la noche no iba a ser tan mala como parecía.
Nos liamos a jugar a juegos de mesa y cuando nos quisimos dar cuenta un coche con luces estroboscópicas, debió asustar a los invitados al cumple, que se vieron obligados a cambiar de ubicación su quedada familiar.
A la mañana siguiente, tomamos nuestro primer desayuno del día en casita y nos dirigimos a la bolera para nuestros primeros enfrentamientos.
Marta, que no quería andarse con tonterías como el año pasado, le metió 50 palos a scratch a un 200 de media, mientras Enrique comenzó a jugar su serie matinal de bowling, a un nivel que si de azúcar se tratara, sería diabético (díaculé, díabético, díaculé...y asi...) toda la mañana pasando de 200 cada vez que le tocaba un nuevo inocente rival.
Jose Luis, que no por haberse rehabilitado un tiempo, ha perdido su duende, hizo un triste 190 que le llevó al banquillo (estas cosas tiene jugar con sus dos compañeros)
En la siguiente partida entré yo a poner las cosas en su sitio, pero un 209 no fue suficiente ni para ganar mi partida ni para no ser el peor de mi equipo...
Jose Luis y yo nos mirábamos como diciendo, vamos a jugar una cada uno y lo sabes.
Tal fue el nivel mostrado por ambos en la mañana, que con que Jose Luis y yo aguantáramos el tipo sin hacer mucho el ridículo, bastó para que los dos primeros rivales pasaran por caja.
Llegaba la hora de tomar otro desayuno, esta vez a modo de comida, allá por las doce de la mañana. Nos pedimos unos bocatas mientras debatíamos que no hay derecho a que en un parking te claven 1 euro por aparcar.
Turno de tarde, 2 nuevos rivales, Marta y Enrique a su nivel y Jose y yo al nuestro, otros dos rivales de los asiduos en Madrid, que al son de "es que no meten una bola por donde toca y se les caen los bolos" firmaron el recibí del 12-0.
Nos fuimos a casa a descansar no sin antes pasar por un hipermercado a comprar enseres para cenar nosotros, y por si quedaba algún rezagado de la fiesta en nuestra calle y quisiera cenar también.
En lo que unos iban poniendo la mesa, Jose Luis se entretenía jugando al basket desde la ducha, metiendo triples de bolas de papel higiénico en el retrete. Esa feliz idea digna de un Pin Ocho no rehabilitado tuvo sus consecuencias y dado que la noche no estaba tan divertida en el exterior como la precedente, pues hubo que tirar de video de youtube, para que con la exigua aparamenta con la que contaba el piso, pudiéramos deshacer el atasco. Menos mal que un mocho sí que había en la casa, y tocando una zambomba cuyo cuerpo era el retrete, la membrana el mocho y el mástil el palo de la fregona, fue suficiente para que el flujo del agua volviera a ser continuo.
Nos iríamos a dormir previo descubrimiento que la leche pasteurizada y los antibióticos tenían un origen común.
A la mañana siguiente, tras el desayuno me fui a deshacerme de lo que no necesitaba, pero la broma de Jose Luis la noche pasada, hizo que lo que debía ser un desalojo inmediato de residuos, se convirtiera en una balsa de decantación.
A tocar la zambomba de nuevo (pero esta vez con agua no tan limpia como la noche anterior), para liberar de nuevo el problema sanitario.
Ya en la bolera, y tras no haber entendido el mensaje con el que el destino nos había informado, un atasco de dimensiones épicas hizo que lo que el día anterior nos llevara a lo más alto de la clasificación a 20 puntos del siguiente, al final de la jornada dominical nos relegar a la segunda pero a pocos puntos del primero.
Ni Marta ni Enrique fueron los mismos, y los utilleros del equipo, como era de esperar, no se erigieron como salvadores, por lo que pagamos todas las facturas a nuestros contrincantes, incluido el fantasma. Todo el premio conseguido en una jornada sabatina para enmarcar, lo tiramos por tierra el domingo. Yo creo que empezar la mañana jugando con los hermanos tristes de Nana Mouskouri, tampoco ayuda, creo que en esa partida perdimos días de vida.
Y más o menos ese el el resumen, mientras que Marta, Enrique y yo comíamos, Jose Luís se aprovisionó por si cuando volviera a Madrid no estuviera abierto ni el chino. Tras eso, vuelta a Madrid y a esperar que en Marzo en Alcalá, podamos como mínimo repetir resultado, lo que nos clasificaría para jugar la final que el año pasado no jugamos por unos pocos puntos.
Sed buenos y muchos besos para ellas y abrazos para ellos.