Hola a todos.
El pasado mes de enero, tal y como os comentábamos en nuestra entrada anterior, tuvimos que viajar a Sevilla, para participar en la 2ª y a la postre, nuestra última jornada de liga de tripletas de este ejercicio.
Cierto es que desde que fuimos a Zaragoza a jugar liga nacional o cuando jugamos el torneo del espeto en Málaga, prepandemia time, no habíamos vuelto a viajar más lejos de Alcalá de Henares para jugar, por lo que había ciertas ganas de volver a compartir una vivencia de estas.
Como era de esperar, con la compañía de gente Pin Ochera, la experiencia siempre es positiva aunque sea para destapar las carencias bowlísticas del personal.
Tras tanto tiempo decidimos no escatimar en gastos y fuimos a lo grande, a dormir bajo techo, y esta fue nuestra mansión:
Sí, en efecto, una casa de las que te la ponen con un camión en cuarto de hora. Para que os hagáis una idea, el baño había que dividirlo en dos, ducha y lavabo por un sitio y sanitario por el otro, ya que no cabían en un solo baño (por lo que podríamos decir que la casa, en vez de un cuarto de baño, tenía 2 octavos).
A nuestra llegada, viernes noche, no pudimos ver en todo su esplendor, el potencial de esta casa, pero por la mañana, entre que nos despertamos al alba con el sonido del gallo que había en la urbanización/camping, que nos levantamos antes de las 8 de la mañana y que pudimos comprobar que habíamos soñado lo mismo de lo juntos que dormimos (en cuanto a espacio y no en cuanto a camas), empezamos a disfrutarla.
A nuestra llegada a la bolera, saluditos por aquí y allá y comenzamos las bolas de práctica.
Jornada a jornada se iban sucediendo con resultados distintos (en cuanto a enfrentamiento vis a vis entre equipos se refiere), ya que el rendimiento fue por lo general pobre, tanto en nuestro caso como en el del resto de equipos.
Para que os hagáis una idea, equipos míticos como Vaguada o Boliches quedaron en la parte baja de la tabla.
Ya no es noticia, que Marta y Enrique se amoldaron mejor a la situación que yo y que en la partida en la que nos jugábamos el pase, se notaron los galones de cada uno, y mientras Marta jugaba a 185 y Enrique a 183, yo me quedé en 138, por lo que nos fuimos a casa sabiendo que no jugábamos la última jornada en Madrid.
Ellos saben lo que hay y aun así me siguen llevando, para que veáis de qué clase de gente estamos hablando…son como la Fundación Once.
Al menos recibimos una buena noticia antes de regresar y es que nuestros amiguetes de Magerit (Ricardo, Teresa y Joaquín) se clasificaron como mejores 4ºs para la final de Junio. ¡Enhorabuena chicos y mucha suerte!.
Fuera de la competición de bolos, hubo otra, no menos interesante, que se jugó en las dos noches que allí estuvimos. Se trata de la de Times Up, un juego de mesa en el que salen a relucir tanto la incultura general de quien lo juega como en nivel de torreznez cerebral que tiene el respetable al final del día. Desconocer qué personaje histórico puede ser un tío que se dedica a subir animales de todo tipo y condición a un barco, o nombrar a Miguel de Unamuno como Rey de los Hunos, son dos ejemplos, aunque hay más porque a esas horas de la noche, la Capilla Sixtina bien la puede haber pintado Leonardo Da Vinci.
A nuestra llegada a Madrid, un pequeño susto de mecánica de coche que por suerte fue cosa de nada.
Resumen, hemos ido y vuelto sin mayor percance, nos hemos echado unas risas y hemos disfrutado de algo que nos gusta a los tres, el resultado es lo de menos y apuesto que esta no va a ser la última vez que hagamos una salidilla de estas.
Abrazos a ellos y besotes a ellas.
Carlos.
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