Mal trago en el camino

  El pasado día 13 de Noviembre, pasará a ser uno de los días más tristes y a la vez más alegres de nuestro club.

  Era un día como otro cualquiera, Enrique y yo disputábamos la liga de Bolo 11 en Tresaguas, al igual que lo hacían Domingo, Miguel, Daniel, Jose Luis...y tantos otros boleros de clubes amigos.

  Bowlisticamente hablando no fue una gran jornada, pero sin duda la relevancia de todo lo contado hasta ahora es nula, en comparación con lo que viene.

  Nos dirigíamos hacia casa, cuando el destino quiso poner en el camino de vuelta de Enrique, a un "fiera" del volante, que conduciendo con lluvia, le sigue dando al acelerador como si de un juego se tratara, y claro, un imprevisto, un frenazo, un trompo y nuestro compañero, sin tiempo alguno a la reacción, se empotró de frente contra él, al igual que 5 coches más lo hicieran con Enrique y sucesivamente, con los inmediatamente anteriores al suyo.

  Este es el único recuerdo triste que tendremos de este día, ya que la parte alegre, copa el 99,9% de la historia, y es que nuestro compañero de equipo, nuestro amigo o mi hermano, ahora se encuentra en casa convaleciente, con rasguños, heridas, grapas y magulladuras por todo el cuerpo y con una fractura de clavícula, cuya recuperación se basa en 3 semanas de brazo en cabestrillo, calmantes para los dolores y sobre todo, paciencia.

  Todavía no consigo superar el "shock" que me produjo la noticia al enterarme de lo sucedido, como todavía no se me ha quitado el susto. Quizás uno de los ratos más felices de mi vida fuera el pasado viernes, a eso de las 21 h, cuando entré en su casa, y le ví en el sofá, lleno de heridillas y magulladuras, pero sin duda, con su mismo carácter, con su mismo humor y sobre todo con su mismo corazón.

  Deberíamos plantearnos más a menudo el decirles a nuestros seres queridos (familiares y amigos) lo mucho que les queremos, lo importantes que son para nosotros y lo que suponen en nuestras vidas, porque nunca se sabe dónde tenemos puesta nuestra "X" (triste ironía en este blog), y a partir de ese día, ya no se lo podremos decir.

  Por ello he pensado que es buen momento para decirte la parte que me toca, para ello voy a contar un poquillo la historia de cómo te he ido conociendo, desde el principio.

  Como la mayoría de mis amigos, el orígen tiene un nexo común, y es nuestro amigo Sergio, que yo creo que es el ángel de la guarda que, quien mueve los hilos, ha metido en nuestro grupo de amigos y cuya función era que unos y otros nos llegáramos a conocer.

  Pues así empezó todo, fines de semanas aislados, en los que bien a tomar algo, bien para ir al cine o lo que surgiera, nos fuimos conociendo. Cierto es que por aquél entonces ni yo era lo extrovertido que soy ahora ni tú lo introvertido que eres ahora, sino algo más. No fué hasta que intentamos lapidar a Sergio a zapatillazos y botazos con el fin de que desconectara el tractor y nos dejar dormir en Burgos (nuestro primer viaje juntos), cuando empezamos a hablar algo más.

  Los fines de semana en los que quedábamos, se iban haciendo más numerosos y los viajes de amiguetes, se iban sucediendo. No hace falta mucho tiempo para descubrir el tipo de persona que eres, porque si bien no hablas mucho con la boca, con el corazón eres un charlatán de lo más pesado, entre eso, y que los que buscamos "personas" y no "colegas", escuchamos más los corazones que las bocas, pues...el final estaba cantado.

  El punto de inflexión, lo que nos ha unido últimamente aun más (si es que eso era posible), ha sido el protagonista de este blog, el Bowling.

  Unos fines de semana era el cine, otros a cenar, pero otros también ibamos a la bolera, donde nos entreteníamos y nos picábamos a ver si alguno pasaba de cien ese día.

  El caso es que a tres de nosotros, parece que ese juego nos gustaba un pelín más que al resto, y no tardamos en hacer de la bolera un sitio recurrente para cuando los demás no podían quedar con nosotros.

  Esos estilos inconfundibles tirando la bola como si de una bola de petanca se tratara, jugando sábados a partir de las 0 h. a ver si con suerte nos sacábamos un par de partidillas gratis con el bolo rojo y haciendo records míticos que rondaban los 170 (no te rías, que el de 176 yo creo que ha sido el record que más duró desde que jugamos a esto)...Muchos son los primeros recuerdos.

  El que el deporte del bowling nos gustaba bastante y una promocíon perniciosa que hizo la bolera para dejarnos la coca más barata, hicieron el resto. Ahora somos bowlingómanos y eso ya no tiene recuperación posible, ni para la mente ni para el bolsillo. Nuestras primeras bolas, nuestros primeros zapatos, nuestro primer 200, nuestros primeros torneos, tus primeras finales, tu primer Másters...Madre mía la de horas que podremos haber compartido con este deporte. Yo creo que lo de jugar un Open Internacional ya ha sido un exceso, digamos que una sobredosis de nuestra droga, pero sin duda que lo repetiría una y mil veces.

  Lo cierto, es que probáblemente sin el bowling, no habría pasado tanto tiempo contigo, y durante todo ese tiempo, sólo me he reafirmado en lo que pensaba desde un principio, la gran persona que estás hecho, la inteligencia milimétrica que gastas y lo tremendamente humano que eres. Y es por ello que es un buen momento para reconocer que te quiero como a un hermano, que si no te hubiera conocido, sería otra persona y probáblemente peor y que tenerte como hermano, más que un honor, es un privilegio.

  Por todo lo dicho, no te puedes hacer una idea de lo feliz que me hace saber que no te ha pasado "nada" y sigues estando ahí para decirte una y mil veces que te quiero un montón.

  Ahora sólo queda que te recuperes muy pronto y que sigamos compartiendo nuestro tiempo en lo que sea, si al principio hay que ir más despacito con el bowling, lo gastaremos con el cine o con los juegos (con los que tantas y tantas risas nos hemos pegado y no todas a mi costa...) o simplemente hablando de nuestras cosas, o haciendo viajecillos con el resto.

  Un besazo enorme, y recupérate pronto.

  Te quiere y mucho:

  Carlos.